sábado, 8 de noviembre de 2008

Lo que tuve soy

Tuve dos gatos, Gala y Camila, y tuve también mi juventud. Tuve un volkswagen negro y un sueño: en él voy en un camión, de cinco o seis años, y me asomo por la ventana y veo que lo que se va quedando en realidad se acumula, se compacta a tres pasos de la última llanta: las nubes, las cercas que mantienen el ganado a raya, dos señoras que me vieron pegado a la ventana, las montañas, los sahuaros, los chamizos, los recuerdos, las ideas: todo atrás, comprimido, y no se va. Tuve ganas de hacer mejor las cosas y un departamento enano. Tuve fuerzas para continuar, y piel renovable como la de una cebolla. Tuve en YouTube a Lonelygirl15 leyendo un comunicado de prensa. Tuve un amor y tres pesos que resistieron dos devaluaciones y la inflación.Tengo cinco cajetillas de cigarros frente a mí (tres abiertas y a medias) y la amenaza de un cáncer pulmonar. Tengo un encendedor y tres ceniceros que vacío de madrugada. Tengo una buena reserva de Tylenol y una cajita de Altoids de hierbabuena que compré en Madrid y que por alguna razón no he abierto. Tengo una Palm que me sigue a donde voy y me aburre con su pleito con la Mac. Tengo un blog y el último número de Foreign Affaires que ya leí y ahora estoy subrayando (no hago las dos cosas al mismo tiempo). Tengo ganas de tomar el primer avión disponible y una cerveza en el refrigerador. Tengo los mismos e-mails que leí hace una hora. Tengo una botella de agua y un mosquito que ha aprendido a picarme en los codos. Tengo un protector de pantalla con Osama bin Laden riendo. Tengo dos perros que se alimentan del sentimiento de culpa, como yo.Lo que tuve soy; vivo de lo que no se va. Por lo que tengo comprendo lo que seré: auto-bomba que se queda sin gasolina, agente funerario que termina en una fosa común, gusano que perfora el capullo para sacar las patas y recorrer el árbol. (Leo la prensa y me doy cuenta qué tan vulnerable soy: el gobierno se blinda los ojos y los empresarios, contra los vaivenes que provocan los jodidos. Las iglesias se blindan contra sus competidores, y Dios se blinda contra ellas. Las ciudades se blindan con rejas y la televisión, contra la realidad. Los políticos se blindan contra sus obligaciones y la tristeza con alcohol, confeti y serpentinas. Los transeúntes se blindan contra sí mismos y los partidos políticos contra la decencia. Y yo intento blindarme el corazón, pero es el corazón el que debe blindarse contra mí.)

Alejandro Páez Varela
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viernes, 7 de noviembre de 2008

Deleite semántico

A sus 19 años la sorprendió la palabra clítoris, realzada entre la multitud de vocablos conocidos en la página de una novela de Carlos Fuentes. No pudo seguir con la lectura. Esa palabra, descaradamente esdrújula, la dejaba a la deriva, y sin un diccionario a la mano no hallaba de dónde asirse para continuar leyendo.
A sus amigas lo que les sorprendió fue la virginal osadía que tuvo al preguntar en plena clase, de catorce alumnos, "¿qué quiere decir clítoris?" Quedaron en silencio (...) luego empezaron a cuchichear entre ellos, poniendo en duda la inteligencia o la experiencia de la joven.
(...) Sólo la maestra de literatura mexicana le dijo con voz misteriosa que investigara por su cuenta (...), en el camión trató de imaginar significados para su enigmática palabra (...).
Unos años después la duda se despejó durante el grosero manoseo de un novio imprevisto y efímero, que le expuso crudamente el significado, convirtiendo las especulaciones semánticas en metáforas piadosas.

Lucía Mendoza Cano
Larvario
Solar. Instituto Chihuahuense de la Cultura
2005. Pág. 49
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jueves, 6 de noviembre de 2008

Mujer inconveniente

Definitivamente no, señora mía,
usted no es la mujer que conviene a su marido.
Carece de imaginación
utiliza el gastado lenguaje de las mujeres
de nuestros abuelos.
Alterna las visitas a los supermercados
con las telenovelas
y espera con la crema puesta
la cuota semanaria del amor.
Y, sobre todo,
usted no sería capaz de compartir a su marido
como lo hago yo
tranquilamente y resignadamente con usted.

Thelma Nava
Paisajes interiores
Biblioteca del ISSSTE
México, 2000. Pág. 88
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