viernes, 20 de marzo de 2009

Yo no lo sé de cierto


Yo no lo sé de cierto, pero supongo que una mujer y un hombre algún día se quieren, se van quedando solos poco a poco, algo en su corazón les dice que están solos, solos sobre la tierra se penetran, se van matando el uno al otro.
Todo se hace en silencio. Como se hace la luz dentro del ojo. El amor une cuerpos. En silencio se van llenando el uno al otro.
Cualquier día despiertan, sobre brazos; piensan entonces que lo saben todo. Se ven desnudos y lo saben todo.
(Yo no lo sé de cierto. Lo supongo)


Jaime Sabines
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Voz: Flora Isela Chacón
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jueves, 19 de marzo de 2009

Me acostumbré

Me acostumbré
a pisarte la sombra
y amanecer de noche por ti
a contarte los pasos
y a perderme en la luz
que tus ojos me niegan
me acostumbré
a contener el aliento
y a no suspirar diciendo tu nombre
a no ser nada ni nadie
y a aparecer
sólo por el arte de tu magia
me acostumbré
a tu aroma en la ausencia
a ser tuya sin ti
a dar sin esperar
y esperar dándote todo
una mirada menos

y poco a poco
también a olvidarte
me acostumbraré
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miércoles, 18 de marzo de 2009

Si te cuento...

Publicado por Ricardo Muñoz Munguía en Siempre! el Domingo 1 de octubre del 2006.

Lo cotidiano cobra singularidad cuando la mirada va más allá de lo habitual. Es como encontrar la figura escondida en un estereograma al ir alejando la vista, así podría describirse el volumen que ahora comentamos.
Flora Isela Chacón tiene sus primeros encuentros con la literatura a temprana edad, con ese encuentro sucede algo dentro de ella, entonces el destino vislumbra cierta definición; es cuando ese mundo de ficción con el que se nutrió la autora de Si te cuento... le da una transformación real, es decir, la escritora chihuahuense entrega en su libro cuentos plantados en su entorno, tomados de la realidad.
Lo expuesto en cada uno de los relatos dibuja instantes de cualquier momento, de cualquier lugar, acontecimientos que la narradora, al describirlos, les imprime la figura de cuento, logra exponer un amplio mosaico de cotidianidades que por su condición habitual parecen permanecer escondidas.
Así pues, nos encontramos a la mujer que trabaja en su casa como correctora de pruebas mientras reflexiona sobre su propia infancia al estar con su hijo; en otro, estar en un evento y al fijarse en alguien que le atrae, termina por que le declaren "fanático"; en fin, una travesía por alguna fiesta, un aroma, un chisme, una relación enfermiza como la que vemos en el cuento "Vuelve... otra vez", en el que la protagonista le suplica a su pareja que le mienta, con tal de que no se vaya y hasta le sugiere frases de convencimiento pero, eso sí, que no la toque porque le duele el "chichón" y el cuerpo por los golpes propinados.
Por último, "Escríbeme un cuento", parece dar señales en lo que se centra la autora con el cuestionamiento: "¿Por qué a ustedes los escritores no les sirven las historias de la gente normal? (...) Lo principal no es tanto la historia en sí, sino cómo la trates".
Si te cuento... es un álbum de recuerdos y sueños escritos con naturalidad y sencillez que van al fondo de nuestra realidad.


http://www.articlearchives.com/755095-1.html
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martes, 17 de marzo de 2009

Buena literatura de Chihuahua




Publicado por Juan José Reyes en Siempre! el Domingo 10 de septiembre de 2006.

Nacida en la Ciudad de México, Flora Isela Chacón pasó su infancia y su primera adolescencia en la capital del país y luego se estableció en la ciudad de Chihuahua, donde despliega su labor académica y creadora.

Este mínimo dato biográfico tiene mucha importancia: Chacón Flores parece habitar dos mundos y a la vez sin falta está en busca de sus raíces. Con esto quiero decir también que a mi parecer sus cuentos están claramente marcados por una tendencia a buscar el sello de la vida propia, el sentido de sus caminos, el sitio de residencia auténtico.

Hay menos fantasía y ánimo de invención en estos cuentos que un afán de dar con las raíces y las explicaciones. Hay una nostalgia que puede ir desde las figuras de origen, especialmente la madre de la narradora y en el mismo sentido, mediante una proyección, su criatura, hasta los momentos mismos del trabajo.

La autora realiza con plena fortuna este viaje. Pienso que en primer término alcanza su verdad literaria en virtud de una prenda ciertamente poco común en la literatura mexicana de nuestros días: una cabal sinceridad. 

En tal línea, la literatura de Chacón Flores me remite a varias páginas, de corte semejante, pienso, de la duranguense Nellie Campobello: la negación del miedo a la ternura, el desenfado sostenido en la puesta entre paréntesis de qué dirán crítico o presuntamente crítico (es decir la asunción feliz de la situación femenina sin miedo a la descalificación por el posible anacronismo de tal condición), una cierta ingenuidad que sólo consigue dar fuerza a los relatos.

De esta suerte, el lector encontrará en esta buena colección de textos breves, relatos inquietantes, que dejan abierta la puerta de la seducción o de otras perturbaciones, y estampas reflexivas y/o memoriosas, nostálgicas que dan cuenta del perdido mundo familiar, un mundo que no termina de irse nunca y que además es renovado sin pausa.

La publicación del libro es sin duda un acierto del Instituto Chihuahuense de la Cultura y del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.

http://www.articlearchives.com/749540-1.html
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lunes, 16 de marzo de 2009

No es el amor, es la nostalgia


Quién sabe si habrá sido el amor, o su ausencia; o la nostalgia. Pero ahí estaba. Las 2 de la mañana y no podía dejar de leer poemas. La poesía en realidad no era mucho su género favorito. La encontraba a veces insulsa, a veces simple musicalidad sin sentido. Pero ahora, en un santiamén leyó más de 20 páginas llenas de poesía. Imágenes nada comunes hablando de amor,de encuentros, de adioses, de mujeres, de cuerpos, de vida. 

Y de pronto se sintió extraña, como si de golpe conociera la poesía o el amor. Lo encontró en muchas de esas letras plasmadas de manera tan natural, que sin más le llevaron a su pasado o a su futuro. La urgencia del sanitario esperó, el tic tac también, mientras su mano bajaba ansiosamente ese click del ratón que parecía huir de un gato fantasma, a la par que no sabía explicarse por qué sus ojos pugnaban precisamente ahora por limpiarse...

Para qué más cuento. Conoció la poesía y lo agradeció; a pesar del desvelo, de una nostalgia más viva ahora, de esas repentinas lágrimas que aparecieron cuando escribía esta historia. Qué manera tan cabrona de hacer sentir a alguien -pensó-, así me gustaría escribir a mí. Para terminar de chingar a todos los envidiosos, para estremecer a una mujer a las 2 de la mañana leyendo poemas que nada tienen de común, ni de cursi, ni de soso, ni de nada que en otros seudopoemas encontrara. Para demostrar precisamente que, qué bueno, no es el amor, es la nostalgia...

No es el amor es la nostalgia
José Luis Domínguez

Por primera vez
y verdaderamente,
palpan mis dedos.
Mi tacto se aprende de memoria
los contornos de tu carne.
Tus pechos de luz,
dos rígidas almendras.
dos palmos del sur de tu ombligo
se abre la flor de un estallido mudo.
Oscuro musgo,
nocturno helecho,
el hecho nocturno,
tu llaga siempre abierta.
De ahí surge el mundo primitivo,
el caldo primigenio,
la interminable mar de nuestra especie.

viernes, 11 de enero, 2008 2:20:12
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domingo, 15 de marzo de 2009

Como tú


Yo, como tú,
amo el amor, la vida, el dulce encanto
de las cosas, el paisaje
celeste de los días de enero.
También mi sangre bulle
y río por los ojos
que han conocido el brote de las lágrimas.
Creo que el mundo es bello,
que la poesía es como el pan, de todos.
Y que mis venas no terminan en mí
sino en la sangre unánime
de los que luchan por la vida,
el amor,
las cosas,
el paisaje y el pan,
la poesía de todos.

Roque Dalton
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sábado, 14 de marzo de 2009

Tatuar el humo

Eramos unas niñas apenas, pero ya jugábamos a escribir, tendríamos si acaso 10 y 7 años. A ella le gustaba más la poesía que a mí, yo me iba por las novelitas, con todo y escenografía para que se "movieran" los personajes; pero leíamos de donde podíamos y oíamos muchas canciones en la grabadora de una sola casetera de mi papá; el juego era después "componer" la canción, quitarle o ponerle según nosotras lo que creíamos le hacía falta.
Estábamos en la Ciudad de México y las estaciones musicales nos sobraban, a veces era Radio Sinfonola, otras las Grandes Bandas, Stereo 102 y hasta Radio Capital, todo era material disponible para crear nuestras propias "poesías" que tenían la ventaja de poder ser cantadas con una melodía ya conocida.
Cuando de las canciones nos fuimos yendo más hacia las lecturas, nos encontramos con verdaderos escritos que guardaban todas las leyes de la gramática básica y la creación literaria como Dios manda, pero eso lejos de avergonzarnos y dejar de lado la disque escritura, nos hizo escribir aún más y leer menos para no tener que compararnos con nadie; porque a fin de cuentas aquello que haciamos era tan sólo para nosotros, para nadie más. Así, muchas canciones siguen ahora en la libreta de argollas y un partido de futbol en la portada, en una hoja la canción original y en la otra nuestra versión.
A medida que crecimos se fue apagando esa complicidad por intentar "arreglar" las canciones a nuestra manera, y la costumbre de amanecer a veces recitando poemas o cantando canciones con alguna u otra palabra; pero mientras más nos alejábamos de esa convivencia entre hermanas, más nos acercábamos a la verdadera escritura, convencidas tal vez que aquellos textos en verdad no necesitaban de nuestro arreglo.
El primer poema que le descubrí a Linda fue Tatuar el humo. Lo traía con su ya bonita letra escrito en una hoja blanca, con la fecha de algún año de los ochenta, sin el nombre del autor y, me pareció a mí, mezclado con otro poema. No sé de dónde lo tomó, creo que ni ella lo supo, sólo sé que leerlo fue como descubrir que en verdad existía la literatura y que las canciones que entonces nos ofrecía Stereo 102, nada tenían de literario ni de bello, ni de poesía ni de nada. Me sobrecogió el corazón darme cuenta que alguien podría escribir algo tan bello sin ponerle más música que sus propias palabras y sus propias imágenes mezclándose una a una.
Ya en Chihuahua más tarde que temprano supe de quién era el poema, y quién había despertado tan terrible sensación de que su autor era alguien que no podía compararse con nadie; a quien jamás hubiéramos podido arreglarle el poema ni darle nuestra propia versión; porque además obtuvo el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen precisamente con este trabajo.
Aún ahora no sé si en realidad el poema era como lo había transcrito Linda en la hoja de papel bond, no lo había vuelto a leer hasta ahora, a pesar que la hoja sigue intacta en la libreta de argollas.


Tatuar el humo
Alfredo Espinosa Aguirre

En lo más alto de la dicha amor
tómame de la mano si crees que sueñas
pero nunca jamás digas siempre
porque los que aman tan locamente
se quedan solos y se mueren pronto

Incendian el agua y tatúan el humo
fundan sus vidas en la certeza de la nada

Dame tu mano amada
en lo más alto de la dicha
antes de que nos desvanezca el alma

¿en qué momento
soñando
ebrio de ti
más vivo que nunca,
hice estos versos sin memoria?

¿En qué instante de amor irrepetible
abriste para mí tu cuerpo
penetré en lo oscuro
e iluminado
los escribí en tu entraña?
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viernes, 13 de marzo de 2009

La rueda

Sólo es eterno el fuego que nos mira vivir.
Sólo perdura la ceniza.
Funda y fecunda la transformación,
el incesante cambio que manda en todo.

Sólo el cambio no cambia
y su permanencia
es nuestra finitud.

Hay que aceptarla y asumirla: ser
del instante,
material dispuesto
a seguir en la rueda del hoy aquí
y mañana en ninguna parte.

José Emilio Pacheco
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Chihuahua en video